- Atrás de su opinión, ¿hay experiencia y estudios?
Aunque los influencers financieros ganan popularidad en redes sociales, existen muchos peligros al «simplificar» las finanzas: se pueden tomar malas decisiones económicas, perder la reputación y el patrimonio, dice Edgar Shwartz, director de solventium, reparadora de crédito mexicana.
“Conocer los trasfondos de cada opinión y consejo, contrastar puntos de vista e indagar nos libra de los nuevos mesías de la economía”, asegura Shwartz.
Austin Hankwitz, un joven de 25 años que lleva dos años como consejero sobre inversión en Tiktok, gana medio millón de dólares al año pero ese dinero no proviene de la plataforma, sino de las aplicaciones que le pagan para que él las recomiende. La pregunta es: ¿qué tan creíble resulta su opinión?, refiere el directivo de Solventium.
Pero pese a la endeble credibilidad de los gurús del dinero, éstos cobran gran popularidad en el día a día porque “nos gusta escuchar a la gente normal, y ese es el atractivo de las redes sociales: son personas como nosotros, que hacen algo y pueden contarte cómo lo lograron”, refiere el experto en finanzas.
Otro plus de los finfluencers es que vuelven lo complicado en algo sencillo e incluso divertido. Pero al unísono para dar consejos financieros a través de las redes sociales no hay que tener experiencia, certificación o conocimiento para autodefinirse como influencer financiero. “Y ahí radica el peligro que puede costar nuestros ahorros”.
El boom de los finfluencers también obedece a que es un área de conocimiento un tanto compleja y los consumidores tratan de simplificarla a través de voces frescas que pueden provenir de charlatanes que brindan recomendaciones muy arriesgadas sobre inversiones en criptomonedas, por ejemplo. Otros tienen el ánimo de que los ciudadanos sepan cómo ahorrar e invertir de forma sostenible. Pero no debemos olvidar algo crucial: ¿quién es el influencer financiero y qué motivaciones interfieren en su opinión?, dice Shwartz.
Así, existen consejos fraudulentos en plataformas como Instagram, donde las víctimas son jóvenes de 20 a 30 años. “Pero también existe una gran cantidad de incautos entre los adultos mayores que emplean facebook y de profesionistas de 30 a 50 años que erróneamente siguen a consejeros improvisados en Linkedín. No hay una edad fija para las víctimas, ni un canal predeterminado para los malos influencers”, dice Edgar Shwartz, aunque en México la plataforma dominante de los influencers financieros es Twitter.
Sin embargo, “no todo es malo ni peligroso. Las redes sociales son excelentes para que se den a conocer distintos productos, pero cuando se quieren tomar decisiones conviene acudir a un experto. Es como la telemedicina que permite identificar síntomas, pero que no es la guía para personalizar tratamientos”, explicó el director de Solventium.
Al mismo tiempo, si algo aprendemos de los finfluencers es la capacidad de adaptar el lenguaje a cada público y hablar su mismo lenguaje en la información financiera. “Esto funciona muy bien con los públicos jóvenes, pero la simplificación de conceptos es apta para profesionistas de distintas áreas y las metáforas y ejemplos cotidianos resultan idóneas para adultos mayores”, reflexiona el vocero de Solventium.
Ahora, el problema real detrás de seguir “a pie juntillas” a un finfluencers está en que, en finanzas, hay que conocer e informar bien de los beneficios de una decisión, pero también de los riesgos y eso no se puede hacer en 30 segundos.
En sí, “quienes poseen una gran habilidad para comunicar y atraer a la audiencia, además de tener una gran capacidad para generar contenidos de forma constante, pueden no ser los mejores para emitir una opinión rigurosa ni contar con experiencia o estudios que avalen su dicho”.