«Alligator Alcatraz» cumple un mes de funcionamiento en Florida, con unos 600 migrantes deportados desde ahí, mientras el gobierno estatal presume de como un centro para deportaciones y un modelo para las próximas instalaciones de detención de la administración de Donald Trump, pese a denuncias de opacidad y abusos.

El centro de detención se construyó en sólo una semana en un aeropuerto antes abandonado entre los Everglades, zona natural al oeste de Miami rodeada de caimanes y pantanos, por lo que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, lo ve como ejemplo para otros centros mientras activistas lo consideran ícono de violaciones a derechos.

«Este campo de detención de los Everglades es un ejemplo atroz de la sobreactuación del gobierno ahora donde están buscando, mediante sus excesos, construir estos campos de detención en expansión», dijo a EFE Jeff Migliozzi, director de comunicaciones de Freedom For Inmigrants, que lucha contra las prisiones migratorias.